Gallocanta. Grullas, paisaje y mucho más
Entre los paisajes protegidos y reservas naturales de Aragón, la Laguna de Gallocanta destaca por ser uno de los puntos en los que cada año es visitado por la casi totalidad de la población de Grullas de Europa Occidental. Lugar de peregrinación también de amantes de las sensaciones únicas y calmas emociones, estos parajes difuminan las bajas temperaturas de sus mejores horas para la fotografía con estampas de belleza sin igual combinadas entre paisajes y fauna.
La laguna de Gallocanta, o la laguna de la Zaida, están a una altitud de unos 1.000 mts sobre el nivel del mar y se asientan sobre una gran cuenca endorréica salpicada por lagunas de aguas saladas y grandes llanos, los cuales en verano se convierten en horizontales extensiones de campos cerealistas.
La entrada y salida de las grullas en la Laguna de Gallocanta, al atardecer y al amanecer, resulta como pocos, un espectáculo difícil de contemplar en otros lugares.
Desde el otoño, a mediados de octubre hasta primeros de marzo, Gallocanta se llena de unos visitantes, chillones y ordenados en sus movimientos longitudinales del vuelo, convirtiendo las siluetas de su figura en uno de los atractivos más inquietantes del atardecer, unido al encanto del paisaje cerealista de una extensa área perteneciente a las Comarcas del Jiloca en Teruel y la Comarca del Campo de Daroca en Zaragoza.
Para el fotógrafo de naturaleza, amante de los rangos dinámicos y otros devanéos de la luz crepuscular, la laguna otorga primero a la vista y los sentidos un clímax exclusivo con un diverso espectro de contrastes y colores de la avifauna y la fotografía de paisaje.
Desde su salida matutina al amanecer, y desde las aguas salinas en donde pasarán la noche a buen recaudo de zorros y otros peligros de su especie, de esta gran llanura despegan el vuelo las familias en bandadas alineadas que se diseminan por los diferentes campos, kilómetros alrededor, en busca de alimento.
El otoño y el invierno es testigo esta tierra aragonesa, de concentraciones de 20.000 y 30.000 ejemplares, siendo el sur de Francia o Extremadura los otros destinos en los que descansan durante unos meses para recorrer con el buen tiempo después en primavera, un largo camino de casi 3.000 kilómetros hacia sus lugares de origen y cría al norte de Europa.
Decir que el espectáculo del otoño e invierno es digno de ver no sólo por la gran concentración de Grullas en sus lagunas, así como por la calma de su paisaje, inmenso en las líneas de un horizonte lleno de vida y endemismos diversos, resalta la imperiosa necesidad de la visita de estas tierras, en las que llanos y lagunas, sucumben a descubrir en sus campos, cañizos y cielos desafiantes un paisaje de contrastes, diversidad y colores.
Para quienes encuentran el tiempo necesario de desconectar de la rutina y bulliciosa carrera de las urbes, aún a tiempo y hasta primeros de marzo, está al alcance la oportunidad de poder escaparse solo, en familia o en grupo y escudriñar este lugar cercano a Daroca o el Monasterio de Piedra y que cada día cuenta con mas adeptos de todas las edades.
Gallocanta es hoy, gracias al esfuerzo de muchos naturalistas y apasionados de su encanto, menos desconocido, por su belleza y singularidad.
Todo una cura al estrés consistente en oír y observar; sentarse en silencio en uno de estos parajes, para ver como las grullas con su orden e instinto de unión y esfuerzo conjunto, protegen la integridad de los congéneres del bando, de sus familias y en definitiva, de los individuos, diferentes cada uno, pero homogéneos y obedientes en su comportamiento.
Algunas imágenes de la zona
Para alojarse: www.allucant.com
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