Pasión por la España vaciada
Desde hace ya casi treinta años, he tenido la suerte de acercar el mundo rural, su patrimonio natural y cultural, así como las tradiciones a mucha gente que no lo conocía. Desde niño lo admiré y con los años acabé entendiendo esa riqueza que tenemos cerca, en la sierra, la montaña, la meseta o la estepa y de sus gentes, lo que ahora denominan la España vacía. Un territorio tan sólo a varias horas de las grandes capitales pero con un gran valor, en donde el tiempo pasa más despacio, para reflexionar y entender que la vida es corta, muy corta para perder el tiempo en cuestiones sin importancia.
Nunca me ha faltado imaginación en diseñar y organizar para todo aquel que se ha atrevido, tanto de las ciudades, como de las urbes, una excusa perfecta para realizar multitud de actividades de fotografía de diferentes temáticas y adecuadas a cada época, desde jornadas de micogastronomía, pasando por fotografía de bosques en otoño, primavera o invierno, o de fotografía nocturna de naturaleza o patrimonio arquitectura rural de localidades y villas realmente sorprendentes y en las que llevamos alojando desde hace años para realizar todas esas actividades.
Mirando atrás, siempre hubo una excusa para estar aún más cerca y pagarle al medio rural todo lo que nos había dado. Paz y reflexión. Algo que todos necesitamos en mayor o menor medida.
“El turismo fotográfico como producto”…se convertiría en una maravillosa iniciativa. Haber fundado Photolocus me ha permitido seguir descubriendo además acompañado, conseguir realizar casi un total de doscientos talleres de fin de semana en los últimos diez años. Un proyecto de dinamización diseñado para ser herramienta de difusión y al mismo tiempo generador de riqueza local a pequeña escala, pero con una media de dos mil quinientos euros generados por taller que se han quedado en cada población o zona que quizá al menos han servido para entender que es posible favorecer el establecimiento en núcleos con políticas de desarrollo coherentes o al menos ver las posibilidades en algo que hasta ahora pocos daban un duro.
No hizo falta pedir nada a nadie. Han sido acciones puntuales de desarrollo local independientes, autofinanciadas a nivel particular, sin ningún tipo de ayuda de Ayuntamientos, administraciones. Llevar a cabo proyectos con dinero está muy bien pero conseguirlo sin dinero es más interesante y siempre un reto.
Es interesante saber que a cada actividad le han acompañado las propias acciones previas de difusión del territorio, vídeos promocionales de cada lugar con la puesta en valor y conocimiento de dichos núcleos, acercando los mismos por parte de la producción y organización. Sin embargo el pilar más importante, ha sido el posterior a cada actividad aún caliente, generando un archivo fotográfico que los asistentes han podido realizar durante la actividad y después compartir y difundir en sus círculos. Ha servido de elemento esencial para dejar testimonio gráfico de cómo eran y cómo son esos lugares y llamar la atención de nuevos fotógrafos y personas interesadas en visitar esos lugares y descubrir rincones para este hobby tan bonito como lo es, es de la fotografía. Una estrategia diferente y mucho más allá de otros modelos de talleres de fotografía ahora muy extendidos.
El caso es que la actual situación de la pandemia nos ha hecho de nuevo reflexionar, cambiar y poner la mirada en una situación a corto medio plazo que acentuará varios problemas y también marcará un hito, de lo que se pudo hacer y no se hizo. Evitar la despoblación poniendo hincapié en potenciar el medio rural como lugar de trabajo y calidad de vida, pero con las mismas condiciones que el resto de los habitantes de las grandes ciudades, servicios, telecomunicaciones e internet, acceso preferente a la sanidad pública y universidades, etc…
El tiempo de reaccionar y apoyar al medio rural antes de que desaparezca, ya casi ha pasado. Es posible que haya cantidad de asuntos importantes en las carteras de muchos ministerios. Es posible que el medio rural solo sea un escaparate para muchos, para otros una utopía, pero curiosamente casi todos lo añoran y disfrutan. Es vital tomar acciones, llevo oyendo muchos años, pero nunca se llevan a cabo, como si a pocos les importara evitar la desaparición de muchos de esos núcleos rurales abocados por su pirámide de población a quedarse sin habitantes, muchos de los que visitamos normalmente apenas llegan al centenar de personas “jubiladas” la mayoría, y por otro lado la incapacidad de poder subsistir por parte de muchos negocios en estos núcleos rurales que viven principalmente tanto de los pocos pobladores como del turismo. Atraer a nuevos pobladores es una tarea ardua, y no se ha sabido poner el esfuerzo suficiente ni los medios, para hacerlo realidad. Ya no hay vuelta atrás. A pesar de que ahora incluso habrá gente que no le quede otro remedio que hacerlo, teniendo que migrar a los pueblos por obligación, al no poder sobrevivir en las ciudades, porque la economía va a quedar muy tocada, pero por otro lado, también será complicado destinar dinero al ocio para muchos otros en vez de dedicarlo para poder vivir.
Quizá hemos llegado a un punto, no solo a nivel local, sino global, en el que estemos obligados a retomar y cambiar el rumbo. A restaurar las prioridades o adaptarnos a la realidad viendo como irremediablemente caen en el camino día tras día muchas poblaciones, individuos y empresas de subsectores que dependen o viven directamente del turismo en un país en donde su peso es realmente importante. Quienes algo conocemos el sector trabajamos para el o hemos servido de guías turísticos, de montaña, de actividades de tiempo libre o aventura sabemos que la interconexión entre todas las empresas partícipes es esencial. Si la cadena se rompe y no se sustituye, es posible que todos los demás se vean muy afectados. Sin hoteles, sin alojamientos y restaurantes de poco sirven las empresas de aventura en una zona concreta. Todo ha de ir unido, en consonancia y con el suficiente equilibrio. El turismo ha de servir para asentar la población en las zonas en las que esa riqueza natural se alberga. Con visitar el monte no basta, tampoco con deslizarse por los senderos a toda velocidad con una bicicleta de montaña y volver después a las urbes. Comprar apartamentos en los pueblos ha demostrado que no es la solución, sino vivir en ellos y ser parte de ellos.
No tener la suficiente visión o no haber hecho fuertes los cimientos en los que debemos proyectar el sector del turismo, puede que en una situación como ésta, haga derribar definitivamente muchas de las iniciativas que a duras penas llevaban subsistiendo años. La falta de diversificación de actividades a lo largo de todo el año y la dependencia a un único tipo de turismo cómodo, estacional, sin complicaciones como el de nieve por poner un ejemplo, pueden hacer una mella importante en el sector en una situación como la actual de restricciones de movilidad y con una fuerte caída de ingresos por parte de la clase media, media alta, que es la que se mueve a estos entornos principalmente. Hay otros ejemplos, que se han visto reflejados, el turismo internacional en las islas, aunque ese es otro tipo de turismo del que nada tiene que ver el que nos atañe en este post, el turismo intensivo de playa, diversión al precio que sea.
El turismo rural, el extensivo, no de masas, es otro modelo, sostenible y con la capacidad de poder gestionar el suficiente número de clientes atemporales para poder sobrevivir sin problema en el medio rural y ser otro foco de generación de riqueza local. Combinar turismo y agricultura o ganaderia es un ejemplo que otros paises como Islandia han demostrado es factible y rentable.
Aunque he estado años dedicado a ese tipo de actividades del medio rural, y conozco algo a sus habitantes, ahora me surgen muchas dudas, más que nada por que a partir de esta crisis económica de gran envergadura, no sé cómo evolucionará todo y veo el futuro algo complejo, difícil de imaginar por más que quiera, tanto por quienes gobiernan principalmente que nunca se han ocupado de facilitar los medios a los habitantes del entorno rural más que con promesas incumplidas como por la situación económica que va a resultar de todo ello. Lo vea o no, yo como todo trabajador autónomo, he de seguir adelante, evolucionando, adaptando nuestro paso al camino y a la orografía del territorio que nos toca vivir, pero me apena enormemente hasta donde ha llegado la España vaciada por la desidia de los que pudieron hacer y no quisieron. La inacción es la peor de las mediocridades.
Lo que sea será, y lo aprendido es vital para no equivocarnos de nuevo. Hay tema para veinte series de películas y documentales. Me surgen mil y un temas. Quizá sea porque llevo inmerso los últimos años, en todo lo relacionado con la dirección de cine documental y lo importante de contar historias a través también de la fotografía, del sonido, de la música y la palabra de sus personajes. Un mundo apasionante. Plasmar a través del documental; las voces y protagonistas de ese medio rural, sus problemas, tradición, cultura, para al menos poder dejar constancia audiovisual de esa España vacía que tanto me sigue apasionando desde que era un chaval y aún hoy, preocupando por saber cómo será su futuro. Sea con actividades o documental me tendréis que seguir aguantando buen rato.
Veremos a ver como evoluciona todo y hacia dónde va, pero pararnos no es una alternativa, sino seguir adelante persiguiendo nuestros sueños, convertidos en metas y seguir haciendo aquellos planes que creemos nos ilusionan día a día.
Suerte para todos y ánimo, que la vida es corta, muy corta, aprovechenla para hacer incluso lo correcto, por más que les digan lo contrario.