Entre dos aguas
El agua, ese recurso único y por el que algunos vaticinan las futuras disputas de algunos continentes, fluye hacia mares, océanos a través del sinuoso recorrido de las montañas, por sus cauces y barrancos….sin pedir permiso ni peaje. Impredecible, se convierte en un bello espectáculo que hace posible la vida, en otras un desastre por su fuerza destructiva, en donde arrasa allá por donde su paso ha sido transformado por la injerencia humana. Viendo las noticias de hoy de las grandes riadas en localidades como Sádaba en Zaragoza, no cabe duda de que el cambio climático al que nos enfrentamos, nos dejará rastro de muchas otras grandes crecidas, algunas desmedidas por lo que al paisaje que habitamos hemos modificado sin permiso de él. Reciente en mi mente esta fotografía del río Bruarà y como ejemplo del país Islandés, me recuerda como allí, las infraestructuras están ejecutadas con el máximo respeto por la natura e intentan en todo momento encauzar lo menos posible o nada, aquello que bien saben es imposible de detener. En otros países como el nuestro, seguirá la incoherente inteligencia de quienes conceden los permisos, levantando con su hormigón, chalets en las riberas, colegios en las avenidas naturales, o chiringuitos en las costas, maldiciendo una y otra vez, la atroz fuerza de la natura que tan bella estampa muestra en su entorno salvaje. La incongruencia del ser que nunca aprenderá del recuerdo amargo de sus antepasados, que cayeron en la misma equivocación, intentando encauzar aquello que no puede ser manipulado como el resto de los mortales. Reflexiones de la natura que nos sirven al menos para pararnos a pensar aunque solo sea unos segundos….la mediocridad de quienes rigen nuestras vidas y sus graves consecuencias.