Fotografiar el bosque
Esta época que acaba de entrar, es una de las más fotogénicas y en la que los contrastes y colores cálidos que nos ofrece el bosque nos transportan a una estación llena de atractivos recorridos para pasear por parques, sendas, caminos y riachuelos. Realizar escapadas en estas fechas es una ocasión excelente para disfrutar de la naturaleza y poner en práctica varias técnicas sencillas para vivir y capturar con nuestra cámara algo de esa magia del interior del bosque.
Para la fotografía en bosques una simple cámara compacta sirve ya que a nivel de composición y encuadre podemos experimentar ángulos y encuadres, tirándonos al suelo, subiendo a un árbol o a ras del agua con los programas automáticos que poseen las compactas de hoy, luminosas y muy precisas en la medición de luz. Todo es cuestión de nuestra creatividad, nos podemos llevar sorpresas del partido que se le saca a una compacta.
Sin embargo y si queremos tener un control total de lo que fotografiamos, pudiendo obtener enfoques más precisos o trasfocos y difuminados que las aberturas amplias de diafragma nos ofrecen (f/2 a f/7,1) a poder ser utilizaremos nuestra reflex que con un objetivo angular o zoom normal; 10-40mm, 50mm, 18-70mm, un trípode y algún filtro polarizador para eliminar reflejos del agua y saturar colores, será mas que suficiente para detalles o situaciones de poca luz. Si también dispones de un objetivo macro 90mm o 105mm, llévalo, muchos detalles como nervios de hojas, raíces o texturas de cortezas de los árboles son perfectos para quedarse buen rato practicando diferentes tomas, también puedes coger si no vas a andar mucho un versatil 80-200mm o 70-300mm para recortes y composiciones concretas como un poste o tronco con su fondo difuminado que nos dará este tipo de zooms de focal amplia. (imagen1)
El hecho de que la mayoría de los bosques son umbrías o zonas en las que penetra poca luz es una ventaja para fotografiar cauces de agua, ya que nos obligará a usar expòsiciones largas, es decir tiempos de obturador lentos, de 1 a 6 segundos suele ser suficiente para conseguir el efecto seda del agua. Para ello suele ayudar cerrar el diafragma; f/8, f/11, f/16 son óptimas aberturas en la mayoría de objetivos. Cuanto más cerremos el diafragma más nítido saldrá el fondo ( con una mayor profundidad de campo ). Es divertido también jugar con objetos cercanos como rocas y fondos reflejados o difuminados, todo es una cuestión de ir probando diferentes encuadres y composiciones, disparar e ir corrigiendo, la primera foto normalmente nunca sale bien, esto es lo mas normal.
El trípode es indispensable para primero, situarnos cómodamente, sentados por ejemplo en una piedra o tronco, colocar bien la cámara a nuestra altura y a partir de ahí, ir recorriendo con nuestro visor diferentes encuadres o composiciones, acercando y alejando el zoom fijándose bien en todo lo que excluimos en nuestra foto o deseamos incluir, combinar o dar más relevancia.
Es conveniente que estudiemos detenidamente nuestro plano y aprovechando que estamos sentados, tranquilos y disfrutando de lo que observamos, tomaremos la luz, en esta foto de las rocas yo hago la medición de la luz de manera puntual en un tono medio de la composición ( más o menos situado en la zona interior de la roca debajo del musgo tocando con el agua ). Podemos ir corrigiendo con el polarizador los reflejos del agua para evitar quemar el agua y ver difuminado el fondo en según que zonas. La textura del agua saldrá dependiendo del tiempo que tengamos de más expuesta la imagen, es cuestión de ir probando. No hay nada seguro nunca. Una vez tenemos lo que nos gusta delante sólo queda hacer el disparo/s, a poder ser con el cable o con el temporizador, la nitidez de la imagen en este tipo de tomas depende mucho de ello al ser varios segundos los que esté exponiendo la cámara.
Si el resultado obtenido no nos convence, ya sabemos esto es una cuestión de práctica, lo mejor es el rato que estamos pasando, no la foto que nos llevemos a casa. Disfruta del otoño a poder ser con la cámara. Si te animas para el Puente del Pilar tenemos una escapada de lujo para practicar todo esto de la fotografía del otoño, como excusa para pasarlo de miedo.