Galicia y su gente, embrujos para el visitante
Esta semana, tuve el placer de visitar después de varios años y durante unos días, una zona rural preciosa de Pontevedra, en concreto Gaxate en el Concello de A Lama.
Su entorno idílico dejan constancia de una cultura y tradición que sus habitantes han sabido dar a conocer al visitante. Una historia llena de secretos de esa España escondida, esa Galicia de mitos y leyendas envuelta por un lado entre sillares, cruceiros y parajes de un mágico bosque de duendes y helechos.
Si bien es verdad que el entorno y sus carreteras a veces sinuosas en su interior nos alejan del mundano ruido que todos buscamos en la escapada rural, hay algo que converge en sus concellos o municipios y es la hospitalidad de sus habitantes, el carácter aunque respetuoso y distante en principio, ameno y generoso conforme pasan las horas. Gentes que recorrieron hace décadas las américas para entender la diversidad cultural y la riqueza de saber con el paso del tiempo y la experiencia de la vida, lo estrictamente necesario para el buen hacer de lo cotidiano y de las pequeñas cosas.
Galicia aún envuelta en nuestros días en trágicos incendios o incompletos chalets y centenares de edificaciones diseminadas no demasiado acordes con la estética del lugar tiene la bondad de saber vender al mundo ese algo que todo viajero busca, el calor de la hospitalidad, basado en la humildad y la sencillez. Toda una lección para quienes aún puedan pensar que los negocios rurales se miden sólo en bonitas fachadas, imitaciones rústicas, expoliados frisos o confortables habitaciones.
El mundo rural de Galicia es algo mas que eso, es un lugar de encuentro para turismo de hoy, exigente con lo realmente valioso, el trato y la cercanía de su gente, elemento éste por el cual siete de cada diez turistas rurales eligen destino cada fin de semana en la red de redes. Tomemos nota, eso es siempre positivo.